Según señala el libro “Cementerios de la Araucanía” (de Cristián Rodríguez Domínguez y Andrea Saavedra Teigue), desde la segunda mitad del siglo XIX, este territorio “se encuentra intervenido por la cultura occidental, el ferrocarril, los edificios, el aparato estatal, el ejército, entre otros, generando un espacio complejo, en el cual interactúan distintas culturas, etnias y nacionalidades, conformando una sociedad cosmopolita y diversa que ha marcado el desarrollo social y económico de esta zona”. La fundación de Traiguén se enmarca en el proceso de ocupación de las tierras mapuche por el Estado chileno, cuya intención era hacer producir a gran escala estas tierras y hacer frente a la pérdida del mercado del Pacífico en la década de 1850.
Fue a causa de ello que, años más tarde, el 2 de diciembre de 1878, el coronel Gregorio Urrutia fundó un fuerte militar, en el sitio donde más tarde se radicó el Regimiento. Pese al tiempo transcurrido desde la fundación de Angol, en 1862, el plan de Ocupación de la Araucanía había avanzado muy poco y recién a fines de los ´70 se puso mayor énfasis en él. Junto con la avanzada militar, llegaron también numerosos civiles quienes venían con el ánimo de establecerse en la nueva comarca. Durante la primera época se trabajaba duramente para despejar el terreno de bosques y lodazales, construir la empalizada y los fosos del fortín, instalar el telégrafo, construir rancheríos; trazar el plano de la futura ciudad; ubicar las aguadas, acumular leña, etc., manteniendo la alerta ante los ataques indígenas que por mucho tiempo se fueron repitiendo, ya que estos no se resignaban a poner término a una lucha que se prolongaba por más de 350 años. En sus inicios, la vida en la Frontera se asemejaba mucho al “Far West” norteamericano.
Los primeros años de la ciudad debieron transcurrir en la incertidumbre de una guerra que no concluía; aun así, ya en 1880 se había instalado, por lo menos, un comerciante: don Belisario Vallejos y en 1882 llegó don Clorindo Fuentes (su nieto homónimo aún vive en el pueblo donde fue peluquero durante muchos años): entre medio se produjeron los levantamientos mapuche de 1881, los últimos de la historia.
La década de 1880 es, por muchos aspectos, la mejor época de nuestra ciudad, tiempo de dinamismo económico, lo cual significó que rápidamente la zona fuera conocida por el empuje y por la ardua tarea de implementar nuevos avances tecnológicos. Se vislumbraba un futuro muy promisorio sobre la que algunos postulaban (en 1883) como la capital de la futura provincia de Malleco. Fue en ese tiempo que don Quintiliano Barbosa transformó la pequeña población, mejorando sus calles, su plaza, creando el cementerio, etc. El 12 de Marzo de 1887 se le confirió a Traiguén el título de Ciudad y a fines de ese mismo año, comenzó sus funciones la primera Municipalidad, presidida por el Gobernador don Teodosio Muñoz, ocupando el cargo de primer Alcalde don Juan Manuel Manríquez Oliva. La ciudad fue dividida en 80 manzanas y éstas en sitios, los cuales fueron entregados a los interesados para que en ellos instalasen sus viviendas. A las primeras calles se les dio el nombre de soldados que habían participado en la Guerra del Pacífico. Progresivamente, las aceras de gruesos tablones de robles y las calles de tierra se fueron transformando en avenidas de adoquines; se sumó el alumbrado público, el cual era entregado en concesión municipal a empresas particulares y se instala la red de alcantarillado por una sociedad formada por los propios usuarios.